Resulta interesante, conocer los procesos históricos y sociales que van conformando nuestra identidad a partir de personajes emblemáticos como “La Catrina” de José Guadalupe Posada, quien fue un pintor y caricaturista mexicano, famoso por sus litografías de la muerte, por sus estampas populares y caricaturas sociales, inspiradas en el folclore. Tenía un talento especial para el grabado y, a partir de 1890, sus trabajos gráficos claramente progresistas ilustraron las publicaciones de índole nacionalista y popular. Las críticas y sátiras de políticos influyentes de esa época le valieron en varias ocasiones, pisar la cárcel.
La catrina, satirizaba la obsesión por la moda francesa durante la época porfirista. Fue Diego Rivera quien tiempo después, la nombró Catrina, pues Posada la llamó “La Calavera Garbancera”, aludiendo a los indígenas que querían aparentar ser españoles y comían garbanzos. En el mural de Rivera, titulado “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, aparece inmortalizado Posada y su creación; la calavera porta indumentaria, ya que posada sólo le había puesto sombrero.
Gracias a la plástica de Rivera, con el transcurrir de los años, la Catrina pasó de ser una sátira social del porfiriato, a un emblema de la celebración del Día de Muertos. El contexto actual de nuestro país, es distinto, aunque permanecen realidades similares como la pobreza y la discriminación; aunado a ello está la impunidad y la violencia exacerbada contra la mujer; ahora La Catrina, siendo un personaje femenino de nuestra tradición de Día de Muertos, es emblema de manifestaciones sociales como la Marcha de las catrinas que se replicó en varios Estados del país, exigiendo un alto a la violencia y justicia para las víctimas de feminicidio.
Hoy por hoy, la Catrina vuelve a ser voz y eco de la situación social y política de nuestro país, convirtiéndose de nueva cuenta en un emblema importante del ser y sentir de quienes vivimos en México.
Antrp. Karen Marín Poot.