En aquella ocasión, salimos a jugar, pero Trini lloraba sentada en la banqueta, yo llegué tarde al chisme, ella no era mi mejor amiga, pero me causó tristeza verla llorar mientras las otras amigas le preguntaban qué le había pasado y le tendían el brazo sobre su espalda, cada una sentada de un lado y del otro, yo trataba de entender lo que decía mientras veía cómo iban y venían sus mocos como si fueran yoyos; todas hicieron silencio cuando ella dijo que odiaba a sus papás y que deseaba que la violaran para hacerlos sufrir… una pregunta saltaba en mi cabeza ¿violar, qué es violar?, las demás amigas le dijeron que no debería pensar en eso porque era algo muy malo, quizá era todo lo que sabían; yo a mis siete años no tenía ni idea de lo que eso significaba.
Hoy, mi hija de nueve años sabe perfectamente lo que es, le he instruido en las señales que son foco rojo para ponerse alerta y pedir ayuda o alejarse corriendo, le llevé a un curso de defensa personal, ya nos hicimos un plan familiar de seguridad y sabemos que eso nunca será suficiente cuando existe impunidad ante crímenes como el feminicidio y la violencia sexual. No quiero imaginar siquiera, lo que deben estar sintiendo los padres de Debanhi, de Irlanda, Irma, Brisa, Ingrid, Jenifer y las demás mujeres que continúan desaparecidas y sin justicia.
¿A quién le echamos la culpa? Porque un accidente no fue; hagamos una lista: a los padres permisivos, a las amigas malditas, a ella misma por ejercer su derecho a la libertad, a una madre que educó mal al asesino, ya sé, a los medios de comunicación que quieren joderle las elecciones al partido de la presidencia nacional y por eso le dan con bombo y platillo a notas de mujeres… Una vez más debemos recordar que vivimos regidos por leyes, precisamente para tener una buena convivencia entre congéneres; desafortunadamente esas leyes no están cumpliéndose, ni los protocolos ni los reglamentos ni siquiera porque ya se han impuesto mecanismos como las Alertas de Violencia de Género contra la Mujer en Ciudad de México, incluso aquí en Quintana Roo. Existe corrupción, lagunas legales y gente inepta en cargos elementales como la Seguridad Pública.
Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2021, la cifra negra, es decir el nivel de delitos no denunciados o denunciados que no derivaron en carpeta de investigación, fue de 93.3% a nivel nacional durante 2020 y aquí estamos hablando de todos los delitos, incluidos hombres y mujeres; en esta misma encuesta, la percepción de la población a cerca de la denuncia fue que consideran que es pérdida de tiempo y falta de confianza en las autoridades; asimismo, son las mujeres, quienes tienen la percepción de mayor inseguridad a nivel local, municipal y en su colonia. Pasando a Quintana Roo, la cifra no mejora y NO ha mejorado en este último sexenio, por el contrario, aumentó en un 94.8%; será interesante para usted, amable lector que se de una vueltecita y consulte los resultados de nuestra entidad en el siguiente link:
No se llevará una sorpresa, pero sabrá que no está equivocado en lo absoluto.
