A través de la mirada de los artistas textiles de la zona maya de Quintana Roo, podemos ver la selva maya en todos sus matices, toda la biodiversidad que hace grande a nuestra tierra se encuentra perfectamente plasmada en los bordados de Xpichil, una de las zonas artesanales más importantes de nuestro Estado.
El papel que juegan las nuevas generaciones es primordial para mostrar el rostro más fuerte de una actividad que las mujeres realizan cotidianamente para adornar sus prendas y que hoy, es una actividad que genera el sustento para muchas familias mayas.
Generaciones de mujeres y familias donde también participan los hombres, nos muestran la importancia de hacer comunidad en tiempos de crisis, cuando todo amenaza con quebrar el espíritu.
Considerada una actividad sagrada desde tiempos prehispánicos, los textiles bordados continúan acompañando toda ceremonia del ciclo vital y agrícola. Las creencias en torno a ello, nos habla de la religiosidad y espiritualidad que rige el comportamiento de los mayas de Quintana Roo.
Con el intercambio cultural durante la colonización, se introdujeron nuevas formas de elaborar bordados y con la introducción de las máquinas de coser muchas de las puntadas más antiguas fueron desplazadas mas no olvidadas. Un grupo de mujeres de la comunidad, se dieron a la tarea de preservar el conocimiento de sus abuelas para heredarlo a las nuevas generaciones; jóvenes orgullosas que comparten su saber al viajero curioso y toda aquella persona interesada en la cultura maya.
En algunas comunidades mayas de la península de Yucatán, todavía realizan una ceremonia dedicada a Chuen Chuuy, el dueño del bordado para que este les permita hacer sus costuras y para recuperar la vista, si ya está disminuida.
Mientras los dioses bordan el tiempo con los días, las bordadoras de Xpichil hacen de los días una obra de arte.