Desde su creación, la figura legal de los sindicatos fueron un logro y parteaguas para defender los derechos laborales de los trabajadores que, con el tiempo pasaron de ser ese organismo representante de la clase obrera a convertirse en simples comerciantes de la fuerza laboral de este país y de votos para los comicios.
Con el afán de pelear plazas para sus agremiados, les da igual pisotear los derechos de la clase trabajadora más vulnerable: las mujeres gestantes y madres solteras. Así, este par de sindicatos se pelean como perros la chuleta que les permitirá seguir con sus negocios.
Luz Esmeralda, una de las entrevistadas, ha trabajado por 10 años en el Tecnológico de Felipe Carrillo Puerto sin recibir prestaciones. Fue hasta que el anterior director, Diego Ramón Briceño Domínguez, solicitó 10 plazas para regularizar las condiciones laborales de las mujeres. Sin embargo, a pesar del acuerdo sindical de que las plazas se otorgarían a las mujeres trabajadoras, ahora la institución se enfrenta a amenazas de paros y huelgas, dejando a este grupo de mujeres en una situación de indefensión.
La deuda histórica hacia las mujeres apenas comienza a ser saldada por las actuales administraciones de los tres órdenes de gobierno. Es fundamental que los acuerdos alcanzados se cumplan y se proteja a los trabajadores en situaciones precarias, especialmente a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad, como las trabajadoras gestantes y madres solteras.
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