México es un país caracterizado por su riqueza cultural, histórica y sus tradiciones. No obstante, también está marcado por la violencia, la corrupción y el narcotráfico. Este último ha dado origen a expresiones culturales conocidas como narcocultura, que reflejan los valores, creencias y estilos de vida relacionados con el crimen organizado.
La narcocultura se manifiesta de diversas maneras, incluyendo música, literatura, cine, televisión, religión y arquitectura. Entre los ejemplos más representativos se encuentran los corridos bélicos, narraciones musicales sobre enfrentamientos y hazañas de narcotraficantes; las narconovelas y series de TV que recrean historias de capos y sus familias; santos populares como Jesús Malverde o la Santa Muerte, venerados por criminales como protectores; y símbolos ostentosos como narcomansiones y narcohelicópteros.
La narcocultura se ha propagado ampliamente en redes sociales, donde jóvenes intentan emular el lujo y estatus de los narcos, exhibiendo ropa de marca, fajos de dinero, vehículos modernos e incluso armas. Esta tendencia, conocida como alucín, acumula más de 5 mil millones de reproducciones en TikTok. Expertos advierten que esto podría ser una forma de llamar la atención y una señal de auxilio de una sociedad inmersa en violencia e inseguridad.
Aunque la narcocultura no es un fenómeno nuevo ni exclusivo de México, ya que se desarrolló desde las décadas de 1970 y 1980 con la aparición de los primeros cárteles de drogas, también se observa en otros países latinoamericanos como Colombia o Brasil. Sin embargo, la narcocultura mexicana posee características distintivas que reflejan la realidad social y cultural del país.
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