Los mares son el termómetro del planeta y su temperatura es un indicador clave del cambio climático. Sin embargo, en los últimos años, los océanos han experimentado un aumento de calor sin precedentes que amenaza la vida marina y la estabilidad del clima. ¿Qué está pasando y qué consecuencias tiene este fenómeno?
Según los datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el año 2020 fue el segundo más cálido registrado en la superficie terrestre y oceánica, solo superado por 2016.
El 90% de este exceso de calor se almacena en los océanos, que han absorbido más de 1.000 millones de julios de energía desde 1970. Esto equivale a la explosión de 3.600 bombas atómicas como la de Hiroshima cada día durante 50 años.
El calentamiento de los océanos se produce desde la superficie hasta una profundidad de unos 700 metros, donde habita la mayoría de la fauna y flora marinas. La temperatura media de la superficie del mar (TSM) ha aumentado más de 0,33ºC desde 1969 y se espera que siga subiendo en las próximas décadas.
Este aumento de temperatura tiene efectos devastadores para los ecosistemas marinos y para las actividades humanas que dependen de ellos. Por ejemplo, el coral, uno de los organismos más vulnerables al cambio térmico, sufre el blanqueo y la muerte masiva de sus algas simbióticas cuando la TSM supera cierto umbral.
Esto provoca la pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos como la protección costera, el turismo o la pesca.
Otro organismo afectado por el calentamiento es el krill, un crustáceo que forma parte de la base de la cadena alimentaria marina. El krill se reproduce menos cuando aumenta la TSM y esto puede causar una escasez de alimento para los animales que se alimentan de él, como los pingüinos o las focas.
Además, el aumento de la TSM provoca una expansión térmica del agua y contribuye a la subida del nivel del mar, que puede inundar zonas costeras habitadas por millones de personas y provocar erosión, salinización o desplazamientos forzosos.
El aumento de la TSM también influye en la formación y el mantenimiento de los ciclones tropicales o huracanes, que se alimentan del calor del océano. Cuanto más alta sea la TSM, más fuerte será la tormenta. Esto puede aumentar el riesgo de desastres naturales como inundaciones, deslizamientos o daños materiales.
Algunas zonas del planeta han registrado temperaturas récord en sus mares en los últimos años. Por ejemplo, el Mar Menor, en España, alcanzó los 31,25 grados centígrados en agosto de 2022, la temperatura más elevada de su historia. Otras regiones como el Mediterráneo o el Pacífico ecuatorial también han sufrido olas de calor marino que han alterado sus condiciones ambientales.
Estamos ante un escenario sin precedentes en la historia de la ciencia y que requiere una acción urgente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los impactos del calentamiento global.
Los océanos son vitales para el equilibrio del clima y para el bienestar humano y debemos protegerlos antes de que sea demasiado tarde.
Comunicadores Urbanos