El sur de Quintana Roo está experimentando un reto significativo para proteger sus preciadas selvas.
La continua deforestación ha resultado en la pérdida de vastas extensiones de árboles. La situación ha cobrado un nuevo grado de gravedad con el impacto que esta degradación ambiental está teniendo en el cuerpo de agua más importante de la región: la Laguna de Bacalar.
En los últimos años, los menonitas han adquirido grandes extensiones de tierra en los municipios de Bacalar y Campeche, particularmente en las áreas de Nuevo Tabasco y Río Verde hasta Holpenchen, según María Luisa Villareal Sonora, coordinadora del Comité Ciudadano Emergente de Apoyo para el Tren Maya. Esto ha llevado a la deforestación de aproximadamente 200 mil hectáreas de selva, un ecocidio que ha exacerbado las condiciones ya precarias del medio ambiente local.
La pérdida de la biodiversidad es evidente, con los apicultores locales reportando que han perdido la mitad de sus colonias de abejas. Los métodos de cultivo utilizados por los menonitas, que incluyen la tala de selvas y el uso de agroquímicos, son factores contribuyentes a esta crisis.
La reducción del número de árboles en la región ha agravado los escurrimientos de agua a la Laguna de Bacalar, lo que podría tener consecuencias catastróficas para este importante cuerpo de agua.
«Mientras todos aquí nos preocupamos por la ecología y el cambio climático, hay una completa incoherencia con toda la destrucción que está sucediendo y parecemos estar ignorándola», dice Villareal Sonora.
La devastación ambiental podría amenazar el futuro de la zona sur de Quintana Roo. Por lo tanto, la intervención de las autoridades es urgente y necesaria para salvaguardar tanto la biodiversidad de Quintana Roo.
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