Antrpo. Karen Marín
La ‘conquista’, saqueo, guerra, colonialismo, esclavismo, etnocidio, etnofagia, discriminación, racismo, xenofobia, desigualdad, pobreza y un largo etcétera, son conceptos que nos permite comprender algunos procesos sociales, económicos, geopolíticos, demográficos e históricos por los cuales ha atravesado la humanidad a lo largo de su caminar en este mundo.
Cada patria adolece de esta vorágine; sobre ella se reconstruyen nuevas cosmovisiones que le imprimen su ser y estar como parte de la herencia y el devenir. Esta misma condición, es la que cuestiona el statu quo de las estructuras, ya sea resistiendo, decolonizando o adaptándose, resignificando y reinterpretando el entorno.
Poseer el conocimiento de estos procesos, nos provee de una gran herramienta para comprender algo tan cotidiano como por qué el gerente de un hotel en algún lugar de la Riviera Maya (paradójicamente llamada así) le prohibió hablar lengua maya a los trabajadores. En ese sentido, los archivos históricos son una fuente invaluable, desde luego son la parte oficial de la historia, que muchas veces contrasta o se complementa con la tradición oral de los pueblos; es igual de divertido que armar un rompecabezas para poder ver de manera más amplia el contexto que marcó el curso de nuestra historia.
La lengua y la escritura, son partes imprescindibles y señal de las civilizaciones con mayor desarrollo; sin embargo, en la estructura y organización de los mayas del periodo clásico, era la nobleza quienes tenían el acceso a la instrucción, un control sobre la masa de mayas macehuales, quienes estaban destinados a trabajar para rendir tributo al Halach Uinik de otra gran ciudad que dominaba la región.
Por ello, las estrategias de los colonizadores, se enfocaron en erradicar las creencias religiosas, centrando sus esfuerzos en la castellanización de la gente principal de las ciudades más importantes, llevando a los hijos a estudiar en los colegios franciscanos. Avanzaron en la sustitución y enseñanza del alfabeto latino; destruyeron libros e ídolos, construyeron iglesias sobre templos mayas, acallaron voces e inició una persecución cruenta contra quienes se resistían a su plan de dominación.
A finales de octubre de 1567, tres años después de que se realizara el Auto de fe de Maní, presidido por Fray Diego de Landa; un profeta maya llamado Chilam Couoh, quien fue educado en la escritura alfabética por los frailes franciscanos en el oeste de Yucatán, predicó la supremacía de las formas tradicionales y profetizó una guerra religiosa en los alrededores del asentamiento español de Bacalar.
Habiendo desdeñado las enseñanzas de los frailes, Chilam Couoh comenzó a reunir numerosos códices jeroglíficos mayas pintados a mano, creando una biblioteca de antiguos conocimientos que, según él, era superior a los garabatos de los franciscanos y los españoles.
A medida que la resistencia armada aumentó alrededor del asentamiento de Bacalar, los españoles pidieron ayuda a la capital provincial de Mérida para sofocar la rebelión. El sacerdote maya y sus seguidores rápidamente atacaron los asentamientos mayas cristianos fuera de los muros de la villa española de Bacalar. Un gran número de mayas apóstatas bajo el liderazgo de su profeta, capturaron a toda la población de la encomienda, supuestamente llevando a sus cautivos a las selvas y sacrificándolos a sus dioses.
Aunque habló abiertamente contra la religión y la escritura españolas, irónicamente, el profeta maya escribió en maya utilizando el sistema alfabético para llamar a las armas a los jefes mayas de otras regiones. Finalmente, en marzo de 1568, los españoles enviaron una expedición militar a la región.
El capitán de la expedición Juan Garçón y sus hombres recorrieron el sureste de la península de Yucatán, en busca del líder rebelde. Un importante descubrimiento se produjo en la primavera de 1569, cuando la expedición de Garçón se encontró con un gran templo que contenía un enorme ídolo maya de piedra y varios cientos de ídolos de cerámica más pequeños. Junto a estos ídolos, los españoles descubrieron una biblioteca considerable de libros y códices de jeroglíficos mayas “escritos en sus caracteres antiguos”.
Rápidamente destrozaron los ídolos y quemaron los libros en una enorme hoguera. Tres días después, un grupo de españoles al mando del teniente Juan Díaz encontró al profeta maya que había comenzado la rebelión. Después de arrestar a Chilan Couoh, Garçón suplicó que se arrepintiera y volviera a la religión cristiana. El sacerdote maya se burló de las súplicas de Garçón y mantuvo su postura sobre la superioridad de la escritura y religión maya tradicional. Finalmente, Garçón envió al sacerdote maya bajo guardia armada al obispo p. Francisco de Toral en Mérida, esperando que fuera él, quien le aplicara un castigo que sirviera de ejemplo.
Este pasaje histórico, es la evidencia de que, a finales de la década de 1560, la élite maya había llegado a utilizar ambas tradiciones escritas. A medida que las autoridades y el clero españoles descubrieron otros casos importantes de idolatría, confirmaron la existencia y uso continuo de la escritura maya tradicional en el resto de la colonia. Actualmente sobreviven algunos libros escritos en maya con alfabeto latino: el Chilam Balam de Chumayel, el Ritual de los Bacabes, los Cantares de Dzitbalché, entre los más conocidos.
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John Chuchiak, «Writing as resistance: maya graphic pluralism and indigenous elite strategies for survival in Colonial Yucatan». Ethnohistory 57:1 (Winter 2010) DOI 10.1215/00141801-2009-055 Copyright 2010 by American Society for Ethnohistory