Desde hace ya casi un mes, los finados comenzaron su peregrinación para encontrarse con los suyos, con quienes los esperan en su hogar para agasajarlos con sus viandas favoritas.
Una creencia que no es compartida por algunos sectores sociales, hay que decirlo; cuyo sistema de creencias es diferente y desde luego, respetable. Por estas fechas existe una exacerbación de lo “mexicano”, una especie de collage de diversas épocas, creencias de los pueblos originarios del país que se conjugan en un caleidoscopio de color, olor y sabor; el gran despliegue de lo que es correcto o no es lo adecuado poner en el altar, si lingüísticamente está bien dicho o escrito pibipollo, mucbipollo, tamalote, janal pixan; las redes están inundadas de eso.
Estas fechas son oro molido para los productores, los comerciantes y en general, para toda aquella persona que desee llevarse unos pesos extra a su bolsillo; sin embargo, se presentan ante nosotros (y nuestra cartera famélica) las grandes cadenas comerciales a ofrecernos esos mismos productos a un costo muy bajo, desde luego, de manufactura china en su gran mayoría. En esa coyuntura surgen las estrategias de resistencia como el ‘consume local’, ‘protejamos el patrimonio biocultural’, etcétera. Ya saben, disyuntivas de una sociedad consumista.
Y hablando de patrimonios, el Día de Muertos en México fue declarado Patrimonio Cultural inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2008, una razón suficiente para generar formas de preservar la tradición como los concursos de altares, las muestras gastronómicas, los disfraces de calaveras, el paseo de las ánimas y por supuesto, sus detractores; quienes se suman a la gran fauna que habita en estos días de finados.
El cuidado que se tiene hacia otro ser humano en vida y la disposición de sus restos mortales cuando en un último suspiro deja de existir, entretejen los significados más esenciales de nuestro tiempo concedido en la Tierra; le dan sentido a lo cotidiano, son esperanza y razón del buen actuar, nos recuerdan que no estamos ni estaremos solos nunca y que el amor que hoy demos a manos llenas, trascenderá más allá de lo que podemos comprender.
Comunicadores Urbanos