El árbol de Navidad es uno de los símbolos más populares y queridos de la época navideña. Cada año, millones de personas en todo el mundo decoran sus hogares con abetos, pinos o cipreses adornados con luces, bolas, estrellas y otros objetos. Pero, ¿de dónde viene esta tradición? ¿Qué significado tiene el árbol de Navidad?
Antes de que el cristianismo se extendiera por el mundo, muchas culturas ya veneraban a los árboles que permanecían verdes durante el invierno, como símbolo de la vida, la fertilidad y la esperanza. Los egipcios, los celtas, los romanos y los germanos, entre otros, solían colgar ramas de estos árboles en sus casas o templos, o realizar ofrendas y rituales en su honor.
Según la Biblia, el profeta Jeremías criticó a los paganos que cortaban un árbol y lo adornaban con oro y plata, considerándolo una costumbre vana e idolátrica. Sin embargo, el cristianismo no pudo erradicar estas prácticas, y optó por adoptarlas y transformarlas, dándoles un nuevo sentido.
El origen del árbol de Navidad tal y como lo conocemos hoy se remonta al siglo XVI, en Alemania. Allí, los cristianos luteranos comenzaron a representar el árbol del paraíso, el que se menciona en el Génesis como el lugar donde vivían Adán y Eva. Esta representación se hacía el 24 de diciembre, día dedicado a la memoria de estos primeros padres de la humanidad.
El árbol del paraíso era un abeto o un pino, al que se le colgaban obleas, símbolo de la redención, o galletas de diversas formas, como estrellas, ángeles, corazones o animales. También se le añadían manzanas, que representaban el fruto prohibido, y velas, que simbolizaban la luz de Cristo.
En el mismo lugar donde se instalaba el árbol del paraíso, también se ponía una pirámide de madera, con estantes donde se colocaban hojas, figuras navideñas y una estrella. Esta pirámide era una alusión a la Santísima Trinidad, y también servía para sostener las velas. Con el tiempo, el árbol y la pirámide se fusionaron en uno solo, dando lugar al árbol de Navidad.
Se dice que Martín Lutero, el reformador protestante, fue el primero en poner velas en el árbol de Navidad, inspirado por la belleza de las estrellas que brillaban entre las ramas de los árboles en una noche de invierno.
La tradición del árbol de Navidad se extendió por Europa y América a partir del siglo XIX, gracias a la influencia de la realeza y la aristocracia. La reina Carlota de Inglaterra, de origen alemán, introdujo el árbol de Navidad en la corte británica en 1800. Su nieto, el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, popularizó esta costumbre entre el pueblo inglés, al publicarse una ilustración de la familia real junto a su árbol de Navidad en 1848.
En Francia, el árbol de Navidad fue introducido por la princesa Elena de Mecklemburgo, esposa del duque de Orleans, en 1837. En España, el árbol de Navidad llegó de la mano de la reina Isabel II, que lo adoptó tras su exilio en Francia. En Estados Unidos, el árbol de Navidad se hizo común después de la Guerra de Secesión, gracias a los inmigrantes alemanes y a la influencia de la reina Victoria.
El árbol de Navidad fue evolucionando con el paso del tiempo, incorporando nuevos adornos y elementos. Las obleas y las galletas se sustituyeron por bolas de cristal, papel o plástico. Las manzanas se reemplazaron por esferas rojas, que simbolizan las tentaciones. Las velas se cambiaron por luces eléctricas, que se popularizaron a principios del siglo XX. La estrella que corona el árbol representa la que guió a los Reyes Magos hasta Belén. También se añadieron otros objetos, como lazos, guirnaldas, espumillón, caramelos, regalos y figuras de Papá Noel.
Hoy en día, el árbol de Navidad es una tradición que se celebra en muchos países y culturas, con diferentes estilos y significados. Algunos lo consideran un símbolo religioso, que recuerda el nacimiento de Jesús y el don de la vida. Otros lo ven como un elemento decorativo, que crea un ambiente festivo y acogedor. Y otros lo asocian con la magia, la ilusión y la alegría de compartir con los seres queridos.
El árbol de Navidad también es una expresión de la creatividad y la diversidad humana. Cada persona o familia puede personalizar su árbol de Navidad según sus gustos, preferencias y recursos. Hay árboles de Navidad de todos los tamaños, formas y colores. Hay árboles naturales y artificiales, ecológicos y reciclados, clásicos y modernos, minimalistas y extravagantes, temáticos y originales.
El árbol de Navidad es, en definitiva, una tradición que se ha mantenido viva a lo largo de los siglos, adaptándose a los cambios históricos y culturales. Es una forma de celebrar la Navidad, de transmitir valores y de expresar la identidad. Es una invitación a la esperanza, al amor y a la paz.
Comunicadores Urbanos