Ciudad de México – En un movimiento que ha despertado críticas y sospechas sobre la independencia política del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), este ha decidido ceder a quince de sus diputados al Grupo Parlamentario de Morena para la próxima LXVI Legislatura. El anuncio, realizado por Carlos Alberto Puente Salas, coordinador del PVEM, y respaldado por Ricardo Monreal Ávila, líder de Morena en el Senado, se presenta como un esfuerzo para que Morena conserve la coordinación de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) durante los próximos tres años.
La justificación oficial es clara: apoyar las iniciativas del partido mayoritario, especialmente en temas medioambientales y de discapacidad, que forman parte de la agenda del PVEM. Sin embargo, esta decisión levanta serias interrogantes sobre la verdadera autonomía del PVEM y su papel en la política nacional. ¿Estamos ante un acto de colaboración estratégica o simplemente de sumisión a un poder mayor?
Históricamente, el PVEM ha sido criticado por su capacidad de adaptarse a la corriente política que más le convenga, actuando como un «partido bisagra» que se alinea con las fuerzas políticas dominantes para asegurar su supervivencia y relevancia. Este último movimiento parece reafirmar esa imagen. La cesión de quince diputados podría interpretarse como una renuncia al papel de contrapeso que debería jugar en el Congreso, diluyendo su identidad en favor de consolidar la mayoría de Morena.
Además, este acto refuerza el control hegemónico de Morena en el Congreso, limitando aún más el debate plural y el balance de poderes en un momento crítico para la democracia mexicana. La pregunta que queda es: ¿hasta qué punto está dispuesto el PVEM a sacrificar su autonomía en aras de mantener su influencia en un escenario político dominado por Morena?
La decisión ha dejado un sabor amargo entre quienes ven en ella una señal de la debilidad del PVEM para defender su propia agenda sin el respaldo de una fuerza mayor. Para otros, no es más que una jugada política más dentro del intrincado tablero del poder en México, donde las alianzas y lealtades se mueven al ritmo de la conveniencia.
En cualquier caso, este episodio subraya la complejidad y la volatilidad de las alianzas políticas en México, donde la independencia partidista parece, una vez más, estar en entredicho.
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