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PUNTA HERRERO: PARAÍSO RECÓNDITO DE LA COSTA DE QUINTANA ROO

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Un faro es la antesala de un pequeño paraíso costero del Caribe quintanarroense. Tras un camino sinuoso, nos reciben la cadencia de las olas del mar y la danza de las palmeras al compás de la brisa impregnada de sal.

Aún no avistábamos a quienes pueblan este hermoso lugar; sin embargo, nuestro primer contacto fueron las casas de madera estilo anglo caribeñas, algunas con tonalidades pastel, resultado de los días de sol y otras en las que se puede ver la veta de la madera perfectamente delineada por la humedad y el paso del tiempo.

Los horarios dejan de existir en la tranquilidad de Punta Herrero. La belleza de la Bahía del Espíritu Santo rodeada por la diversidad de flora y fauna y; la eterna invitación de la playa, enmarcan el cotidiano alejado de la estrepitosa ciudad.

Un langostero nos llevó a conocer sus trampas de langosta mar adentro y de regreso nos recibió esta hermosa estampa/Fotografía: Karen Marín.

Llegamos en un día festivo; el día de la Virgen de Guadalupe; fecha crucial en la que los pescadores y sus familias ofrecen comida y realizan rezos para celebrar la aparición de la morenita del Tepeyac. La convivencia entre los pobladores y habitantes de otros lugares tiene su momento al terminar con el protocolo ritual. Los guisos de carne de cerdo como la cochinita y el lechón al horno, muy característicos de la península, cobran relevancia cuando comprendemos que en un lugar remoto en donde la luz eléctrica se obtiene con las recientes instalaciones de celdas solares, no es suficiente para tener un refrigerador que conserve los alimentos; por lo cual dependen del alimento fresco que el mar ofrece todos los días. Para conservar los alimentos, utilizan el salado, el ahumado y la arena; esta última logra conservar los tomates y limones hasta por dos semanas, según refirieron. Ellos cavan agujeros debajo de sus casas lo suficientemente adecuados para la cantidad de verduras que quieren conservar, tras introducirlos en ellos, lo cubren y cada vez que van a utilizarlos en la preparación de alimentos, acuden a desenterrarlos y después vuelven a taparlo. Notamos que por encima de lo que fuera uno de los agujeros, había limones en estado de putrefacción, al respecto comentaron que cuando hay mal tiempo, esto es, tormentas e inundaciones, hay exceso de agua debajo de las casas, motivo por el cual, el proceso de descomposición se acelera. El salado y el ahumado son procesos de deshidratación que ayudan a conservar los alimentos por más tiempo, en una de las cocinas vimos que tenían carne de cerdo en proceso de ahumado para preparar días después frijol con puerco, otro guiso muy característico de la península de Yucatán.

Si algo distingue a Punta Herrero, es la sencillez de sus cocinas y su gastronomía; el olor de la langosta y del pescado fritos, acompañados con tortillas de harina recién hechas, ensalada y frijoles refritos; sorprendió nuestro paladar cuando nos fue ofrecido como desayuno, un manjar que cualquier citadino promedio envidiaría.

Previamente, vimos cómo uno de los pescadores más jóvenes beneficiaba un par de picudas, que más tarde se convertirían en las postas fritas que degustamos. Después de cortar la picuda a golpe de palo y cuchillo, echó los pedazos en un balde con agua de mar para enjuagarlos. Posteriormente lo llevó con quien los salpimentaría para freírlos en aceite hirviendo. A la par, una de las cocineras nos mostró una forma de hacer tortillas de harina con una botella, técnica que le fue enseñada por su esposo; pues carecen de enseres domésticos, motivo por el cual ellos buscan estrategias para cubrir sus necesidades más básicas como la alimentación.

También pudimos observar a un pescador más experimentado, partir en dos las colas de langosta recién sacadas de los ‘chiqueritos’, que son trampas construidas dentro del mar con redes y palos, muy cercanas a la costa. Los pescadores hicieron hincapié en el cuidado y respeto que ellos tienen hacia su principal fuente de sustento: los peces y la langosta.

Langostero sacando un ejemplar de langosta de un ‘chiquerito’/Fotografía: Karen Marín.

El agua que utilizan para realizar sus actividades domésticas cotidianas, la obtienen por medio de un sistema de captadores de agua de lluvia que ellos mismos instalan en los techos de sus casas de madera. Al no existir sistema de drenaje, todo desecho de agua residual va directamente al manto freático. La disposición de residuos sólidos se realiza en los traspatios de cada unidad doméstica, cuya forma de eliminación es a través de la quema.

Ese día Punta Herrero lucía más viva que nunca/Fotografía: Karen Marín.

En Punta Herrero, la infraestructura es nula, uno de los pescadores dijo que el municipio al cual pertenecen, estaba por invertir en el mejoramiento del camino que los comunica con Mahahual, la localidad con mayores servicios; entre ellos los de salud, educación y seguridad.

El impacto de la pandemia sobre Punta Herrero, ha generado que las familias que viven en la ciudad de Chetumal, se asienten por tiempo indefinido en la localidad, sobre todo en estos días que son temporada de langosta y fechas decembrinas. Hasta el día de hoy, no ha habido ningún caso de contagio por Covid-19. La localidad lucía más viva que de costumbre, apuntaron quienes habitan ahí.

Los habitantes de Punta Herrero son gente cálida, amable y amigable/Fotografía: Karen Marín.

Al atardecer partimos no sin antes recorrer en lancha parte de la costa y la bahía del Espíritu Santo; mientras, uno de los pescadores nos iba narrando las bondades de este lugar que nos recibió con los brazos abiertos y dejó en nuestras memorias viajeras, un invaluable obsequio de nuestra tierra con la promesa de pronto regresar.

Antrp. Karen Marín.

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