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DIARIO DE CAMPO: EL CHA’A CHAAK

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Existen rituales mayas, como el Cha’a Chaak o petición de lluvia en los cuales, la mujer tiene limitaciones impuestas por la propia estructura y organización social.
 
Esta vez me tocó convencer a un Ah Men de que me dejara acompañar al grupo de hombres a recoger suhuy ha o agua sagrada de las entrañas de un cenote sagrado, porque ellos asignan los cenotes para recreación y para rituales; estos últimos, generalmente se encuentran en zonas casi inaccesibles en la selva y pocos conocen su ubicación.
 
«Don Repollo», conocido así en su pueblo, de inicio me dijo que yo no podría entrar con ellos porque a las mujeres se les baja la presión, se desmayan, pueden poner en peligro al resto del grupo porque la entrada del cenote puede cerrarse. Le expliqué a lo que me dedico y que mi único objetivo era difundir las tradiciones y cultura del pueblo maya. Enseguida me dijo que si traía perfume no podía entrar porque eso atraería a los murciélagos, le comenté que yo no usaba perfume; luego insistió diciendo que el calzado que llevaba no era adecuado, que me resbalaría con la humedad del suelo, que tenía que llevar botas como las de él, replique con firmeza argumentando que no se preocupara, que en esos momentos me compraría unas botas (quien sabe en donde las iba a conseguir). Don Repollo vio que quien escribe esta anécdota es más terca que una mula y no tuvo de otra que aceptar. Por último me dijo «a ver si salen sus fotos porque otros han venido y no más no salen, está muy oscuro allá abajo».
Detrás mío se encuentra el santo cenote, dotado de una personalidad divina, es quien da permiso de tomar el agua sagrada o suhuy ha.
 
Durante el recorrido, no hubieron incidentes para mi, pero el propio Don Repollo casi se da un santo ranazo con todo y botas, los demás oyeron ruidos extraños, tenían pendiente de encontrarse a la serpiente que cuida el cenote. Cuando salimos Don Repollo estaba contento de que no me hubiese pasado nada, porque él avisó al santo cenote de mi presencia y en sus propias palabras dijo que yo estaba en un corral de protección.
 
Finalmente, desde mi experiencia, puedo decir que el hecho de que las mujeres no les sea permitido estar en contacto con las fuerzas sobrenaturales, es por simple y llana protección. Ahora lo sé porque llegando a mi estancia, sentí un ligero malestar que me obligó a recostarme en mi hamaca, acto seguido caí en un profundo sueño. Al despertar recordé que Don Repollo no me había santiguado después de haber estado en la ofrenda del balché al señor de la lluvia, como lo hiciera cuando salimos del santo cenote; tal cual dicen en esas tierras, seguramente cargué un mal aire.
Este es tan sólo el inicio de un ritual significativo para los mayas peninsulares, ahora ya tenemos el ingrediente principal para preparar las viandas de Chaak, el señor de la lluvia.
Don Repollo saliendo del santo cenote.

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