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Tiempos de crisis: La confección de ropa con sacos de alimentos

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Con la actual pandemia, muchos temas salen a colación, entre ellos, los tiempos de crisis que han azotado a la humanidad y que nos recuerdan que existen soluciones positivas y convenientes para beneficiar a todos los sectores de la sociedad.

Pocas cosas merecen nuestra atención en las redes, hace un par de días me topé con un artículo sobre la confección de ropa con sacos de harina durante los años de la crisis económica que comenzó en los años 30’s.

Inmediatamente recordé una de las anécdotas de infancia que platicaba mi madre con mucho cariño, evocando a mi abuela, quien fue costurera  y le hacía vestidos con sacos de comida para pollo alrededor de los años 50’s aquí en Chetumal.

Una de las tías de mi madre tenía una granja de pollos, ella sabía que su hermana sabía costurar y tenía que batallar con una docena de hijos; pues su salario de costurera y el salario de mi abuelo que era profesor, no era suficiente. Así que ella le guardaba los sacos de alimento para pollo que venían de buen algodón estampado con florecitas; tela que soportaba muy bien el lavado con lejía y cuando ya no les quedaba, mi abuela se los regalaba a las hijas de sus vecinas; quienes los aceptaban muy contentas y agradecidas.

Los sacos de alimentos como la harina de 1930 eran fabricados en tela de algodón, un material perfecto para elaborar prendas sin invertir dinero en la compra de telas.

Con pleno conocimiento de que las mujeres reutilizaban los sacos de harina para crear ropa, trapos, pañales y mucho más, los fabricantes comenzaron a empaquetar su producto en telas con bonitos diseños y dibujos. Algunos incluían patrones de costura para fabricar peluches, prensas y accesorios.

Los sacos iban serigrafíados con la marca del fabricante, pero este detalle se imprimía en tinta lavable. Esta iniciativa fue muy apreciado por las familias de la época, pues debido a la precaria economía, vestir con ropa hecha con sacos de harina era algo muy común.

Durante la Gran Depresión, aproximadamente tres millones y medio de mujeres y niños utilizaban prendas de vestir confeccionadas con sacos de harina.

Los fabricantes trataron de cubrir todos los estilos, para que los sacos fueran atractivos para todas las edades.


Aunado al marketing de los harineros, también surgieron muchas revistas con artículos explicativos para fabricar todo tipo de objetos a partir de los sacos de algodón. Conforme la moda se popularizó, los folletos divulgativos sobre confección se hicieron un regalo común de otras marcas y fabricantes.

Algunas mujeres especialmente hábiles, aprovecharon para crear prendas y vendérselas a quienes no querían, podían o sabían coser.

Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial lo cambió todo. El algodón comenzó a ser racionalizado para tejer uniformes y material militar. Entonces la harina comenzó a distribuirse en paquetes de papel.

Y bueno, viniendo de una familia de costureras y modistas de academia; me tocó hacer lo propio en estos momentos: confeccionar dos cubrebocas e intercambiarlos por un corte de cabello. La reorganización social y económica nos facilita la adaptación en momentos de crisis como el que vivimos actualmente. Abramos paso a otras formas de economía, que por cierto, ya nuestros ancestros las empleaban con mucho éxito.

Para Tina y Teo con todo mi amor. <3

Antrp. Karen Marín.

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