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¡PERCEBES! Playando en la costa de Quintana Roo

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Definitivamente el verbo ‘playar’ debió ser inventado por quienes vivimos en las zonas costeras y es una actividad que se disfruta caminando en la orilla de la playa buscando absolutamente nada, pero receptivo a todo lo que pudieras encontrar.

Playando podemos jugar a aventarnos bolas de arena, pringarnos con agua, pero también puede ser un momento relajante y excitante. Esta vez nos tocó disfrutar de la costa quintanarroense, nuestro lente no pudo escapar de la sorprendente armonía y color que nos ofrecen sus playas.

Caminando nos encontramos a estas Lepas anserifera (percebes) adheridas a un tronco de bambú, ahora sabemos que estos especímenes son hermafroditas, se alimentan de detritus y zooplancton por medio de la filtración, ellos se encuentran principalmente en mares templados y tropicales; crecen en racimos y fuertemente pegados por su pedúnculo a la madera y otros objetos flotantes, incluidas las ballenas. 

En la antigüedad se desconocía la dinámica migratoria de las aves como el ganso Barnacle o Brant (Branta leucopsis), se creía que el ave no nacía de un huevo, sino del percebe cuello de ganso (Lepas anatifera). Debido a esto, los gansos de Barnacle fueron designados por los clérigos católicos romanos como peces, no aves, y por lo tanto se podían comer en días de ayuno como la Cuaresma.

¿Se comen?

La respuesta es, sí. En algunos países como España, Portugal, Chile, Grecia, Italia y Marruecos es un manjar muy apreciado, especialmente los de Gooseneck Barnacle (Percebe cuello de ganso), y actualmente se cultivan comercialmente en el estado de Washington.

El sabor de los percebes de cuello de ganso es una combinación del camarón, el cangrejo y la langosta. La textura es masticable y suave, como caracoles, y húmeda. Los cuellos de ganso a menudo se cuecen al vapor en sus conchas sobre caldo o vino sazonado, y se sirven calientes en la mesa. También se pueden hervir o asar a la parrilla, y servir calientes, fríos o a temperatura ambiente. A algunas personas les gustan calientes con mantequilla derretida. A otros les gustan crudos, simples o con salsa vinagreta. Para comer un «cuello», se pela la piel exterior, no se asuste si nota que sale un chorrito de líquido naranja.

¿Te atreverías a probarlos? Lo cierto es que playando uno se divierte y también se aprende.

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